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En la vida de las personas, en los distintos lugares, hay fechas significativas con la que vamos armando la historia. El 3 de julio de 1988 es una de ellas para nuestra capilla.

 

Tus nuevas paredes encierran muchos sueños e ilusiones. Cambiaste de rostro pero el alma es la misma. Tu salón, tu altar, tu atrio, tu jardín son nuevos, pero son el mismo abrigo para las almas que buscan paz, y el olor a Cristo patrono y amigo, que nos despierta y nos enseña con el tiempo a rezar: así nos juntamos los hermanos para construir juntos tu comunidad, trabajando por el crecimiento mutuo y por la convivencia fraterna.

 

Los animadores de este camino, los padres García García, Juanqui Belgrano, Abel Caride, Pato Grehan, Cote Quijano, Carlos –Checo- Avellaneda y hoy, el padre Hernán, sostienen nuestra fe en los momentos difíciles y son inspiradores constantes de nuestras utopías.

Los lazos que creamos entre hermanos se transformaron en fuertes cadenas de unión con los que hoy están y los que ya no nos acompañan en la vida pero que estarán siempre en nuestro corazón y forman parte de tu alma.

 

Fue el tiempo de siembra y hoy cuando cruzamos tus puertas a veces pensamos que todos nos acompañan. No importa en qué fecha, pero es el cultivo de ayer que entrega su fruto hoy, momento de la cosecha.

 

Treinta años después otro rostro, otros hermanos con el mismo fin: ser comunidad.  Catequesis, Apoyo, Conin es darle continuidad a tu obra para que sea inagotable la fe en el servicio del amor fraterno.

 

Querida capilla, que tu savia siga siendo renovadora. Estaré siempre orgulloso de ser parte de tu tiempo. Te llevo en el corazón y serás para siempre símbolo de la pertenencia Cristo, a nuestra parroquia de la Merced y a esta comunidad, pequeña luz, mi lugar en el mundo.

 

Feliz trigésimo aniversario.

 

Un hermano agradecido.